El infravalorado Deschamps prefiere los premios a los aplausos
FIFA –
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Didier Deschamps está a una victoria de lograr un histórico segundo título consecutivo
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El técnico francés aún no es una figura unánimemente alabada en su país
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Para jugadores de ayer y de hoy y técnicos compañeros de profesión es uno de los mejores del mundo
Como capitán lideró a Francia hasta su primer título mundial. Como entrenador la guió hasta el segundo. Entre medio, condujo al Mónaco a la primera final de la Liga de Campeones de la UEFA de su historia y al Marsella a su primera corona de la Ligue 1 en tres décadas. Con semejante historial, cualquiera diría que Didier Deschamps es una figura querida en Francia y celebrada más allá de sus fronteras, incluso antes de alcanzar con los Bleus otra final de la Copa Mundial de la FIFA™ aquí en Catar. Sin embargo, que el seleccionador de Marruecos, Walid Regragui, describiera esta semana a su homólogo francés como «el mejor del mundo», causó asombro. La verdad es que el nombre de Deschamps pocas veces aparece en las conversaciones y debates sobre las mentes más destacadas de la profesión. Y aunque seguro que otro título mundial acallaría a los detractores que aún le quedan, sigue siendo una figura extrañamente controvertida en su país. Y no es que a él le importe. Como jugador y entrenador, sobre la cancha y fuera de ella, Deschamps nunca ha buscado ni los focos ni la aprobación de los demás.
El enfoque preferido del técnico, de 54 años de edad, siempre ha sido que los logros hablen por sí mismos. Cuando su excompañero en la selección Eric Cantona se burló de él diciendo que nunca sería «nada más que un aguatero», y que «puedes encontrar jugadores como él en cada esquina», Deschamps le dio la réplica perfecta: «¿Cuántos jugadores puedes encontrar en cada esquina que hayan ganado dos Copas de Europa?». Esa misma respuesta puede aplicarse ahora a todos los que le subestiman como técnico, de la misma manera que Cantona lo hizo como jugador. Para sus críticos, que aún los tiene, es demasiado pragmático y debería producir un fútbol más atractivo con los jugadores de los que dispone. Cuando los Bleus se clasificaron para la final de Rusia 2018, un famoso comentarista francés llegó a decir que el equipo sería «la campeona del mundo más fea de la historia». Muchos otros querían ver en su puesto a Zinedine Zidane, independientemente del resultado. Y aunque a él no le afectan las críticas, bien podría esgrimir el argumento de que su alineación es cualquier cosa menos defensiva. La reubicación de Antoine Griezmann tras los tres delanteros, con pocas o ninguna responsabilidades defensivas, ha sido el golpe maestro del torneo en lo que a táctica se refiere. Y es algo que ya viene siendo típico en las innovadoras soluciones que ha encontrado para resolver grandes problemas de ausencias por lesión.
Deschamps está ahora a tan solo un partido de hacer historia como el primer seleccionador en conquistar dos títulos mundiales consecutivos desde que Vittorio Pozzo hiciera lo propio con Italia en 1934 y 1938. Pero incluso con este memorable hito en el horizonte, él no tiene interés alguno en acaparar titulares. «Aquí yo no soy lo más importante, es el equipo», declaró cuando le preguntaron por el récord tras la reñida victoria en semifinales contra Marruecos. «Por supuesto que estoy orgulloso, y todos sabemos que ahora tenemos la oportunidad de defender nuestro título en la final. Es un gran logro. Pero no pienso en mí mismo. Simplemente estoy contento por el hecho de que hayamos ganado». Dada su humildad, son otros, principalmente jugadores de ayer y de hoy, los que elogian a este héroe olvidado. Jules Koundé habló a la FIFA de un hombre «que hace todo lo posible para que los jugadores se sientan cómodos»; Raphaël Varane alabó la habilidad de Deschamps para «utilizar las cualidades de todos en pos de una meta colectiva».
«Su mejor cualidad es su habilidad para construir un equipo», resumió esta semana Patrice Evra, exdefensa de Francia. «A veces no escoge a los mejores jugadores porque su motivación es, ‘El equipo es la estrella’. Es alguien que puede construir un equipo para ganar un torneo. Es simplemente un gran entrenador y es muy humilde». «Para mí», concluyó Evra, «es con diferencia el mejor entrenador de Francia». Una victoria el domingo contra Argentina podría poner finalmente de acuerdo con Evra a toda Francia y al resto del mundo, aunque sea a regañadientes.