Ron Rivera vuelve a inspirar una remontada más
NFL-Marco Álvarez-
Ron Rivera es un eterno luchador. En agosto de 2020 fue diagnosticado con un carcinoma espinocelular en un ganglio linfático. Durante siete semanas se sometió a un durísimo tratamiento que incluyó quimioterapia y treintaicinco sesiones de terapia de protones. En ese período apenas se ausentó de tres prácticas semanales de entrenamiento. Pese a perder más de catorce kilos de peso y tener que recibir terapias intravenosas en el descanso de algunos partidos, no dejó de liderar a su equipo una sola jornada. Aquel conjunto de Washington de 2020 comandado por Ron Rivera marchaba a 15 de noviembre con un récord de 2-7 y estaba descartado para todo. Un mes y medio después estaba celebrando el título divisional y le opuso toda la resistencia posible en el choque de Wild Cards a los futuros campeones, Tampa Bay Buccaneers. A finales de enero de 2021, el head coach recibió la mejor noticia posible, estaba libre de cáncer.
Avancemos a 2022. Los nuevos Commanders abrieron la campaña de forma poco halagüeña, cuatro derrotas consecutivas los encerraron en el sótano de la durísima NFC Este y casi sin opciones de entrar en postemporada. La apuesta por Carson Wentz no estaba dando los resultados esperados, al tiempo que la defensa naufragaba y era incapaz de imponer su voluntad sobre los oponentes. Desde entonces, Washington ha ganado cinco de seis partidos, su récord global es positivo y se encuentra a apenas medio encuentro de la última plaza de Wild Cards en la NFC.
El reemplazo en la posición de quarterback, con Taylor Heinicke como protagonista, ha inyectado vida en la ofensiva, pero el gran cambio y la clave del éxito del equipo ha sido sin duda la mejoría de una defensa que ahora sí está provocando el caos en los rivales.
Defensiva de Commanders | Semanas 1-5 | Semanas 6-11 |
---|---|---|
W-L | 1-4 | 5-1 |
Puntos recibidos (prom) | 25.6 | 15.8 |
Yardas permitidas (prom) | 345.6 | 276.7 |
QB rating rival | 103.7 | 81.2 |
Recuperaciones de balón | 1 | 12 |
Tras derrotar a los Green Bay Packers en su encuentro de la semana 7 por un ajustado 23-21, el quarterback Aaron Rodgers bromeó cuando le preguntaron en su semanal aparición en el show de Pat McAfee sobre qué había hecho la defensa de los Commanders para causarles tantos problemas. La respuesta del cuatro veces MVP fue la siguiente: «nada«. Después de la risa que ocasionó en el presentador del programa elaboró su argumento:
Mandaron cuatro hombres al rush, jugaron su Cover 4, insertaron un par de cosas semanales y unas defensas al hombre y eso fue todo. Tienen buenos jugadores, pero esquemáticamente no hicieron más que alinearse y jugar.Aaron Rodgers.
En la parte final de su respuesta reside la clave, esta defensa de Washington se alinea y juega. Ellos no van a cometer los errores ni te van a servir la victoria en bandeja. Al contrario, te van a hacer sudar por cada yarda y ocasionarte todos los problemas posibles. A veces, la simplicidad es más difícil de atacar que un esquema muy complejo porque sabes que esa defensa se va a ejecutar a la perfección y eso es lo que está sucediendo en las últimas semanas con los Commanders. Y todo empieza por la línea defensiva.
Vamos a estudiar los dos frentes más básicos que usa la defensa de Ron Rivera. En primer lugar, veamos su línea de cinco hombres en situaciones previsibles de carrera y contra personal base del oponente.
Vemos a los Texans el pasado domingo con personal 21, dos runningbacks y un tight end, en una jugada de primer down y diez yardas. Los Commanders responden con una línea de cinco hombres, más el middle linebacker y un defensive back insertado en la caja. Centrémonos en la línea defensiva: en el interior tenemos los dos ends, Jonathan Allen y Daron Payne y el nose tackle John Ridgeway. Estos tres hombres anclan la defensa de Washington, que en las últimas cinco semanas ha permitido apenas 68 yardas vía terrestre por partido. La alineación es uniforme, con todos los defensores asignados un gap que os marco con las líneas amarillas y ninguno jugando two-gap, es decir, en la cara del oponente. De izquierda a derecha tenemos al outside linebacker en técnica 9 sobre el gap C, el primer defensive end (Allen) en técnica 3 sobre el gap B, el nose tackle en técnica 1 sobre el gap A, el otro defensive end en técnica 4i sobre el gap B y el outside linebacker del otro extremo en técnica 9 sobre el gap D. Los gaps A del lado izquierdo y C del lado derecho quedan ocupados por los defensores del segundo nivel. Es una formación defensiva muy básica, pero que bien ejecutada no debe dejar espacio al oponente para correr. La idea es atacar los gaps y parar la carrera de camino al quarterback, simple pero agresivo planteamiento. Os dejo el esquema de gaps y técnicas para que entendáis mejor la formación.
Y ahora con el vídeo en marcha, os dejo dos brillantes jugadas realizadas por Allen y Ridgeway respectivamente. El nº 93 está en la plenitud de su carrera en su sexto año en la NFL. Lleva camino de establecer su mejor marca de sacks en una temporada y ya ha registrado su plusmarca personal de placajes para pérdida de yardas (14). En el caso del novato Ridgeway, fue originalmente un pick de Dallas Cowboys de quinta ronda, cortado el pasado 17 de septiembre en una defensa tejana cargada de talento que ya analizamos por aquí hace unas semanas. En los Commanders ha encontrado un hueco como especialista en acciones contra la carrera, algo que estamos viendo esta temporada que se está antojando vital para que las defensas consigan ralentizar a los ataques.
Ahora pasemos a ver el frente en situaciones de pase. Aquí cambiamos de cinco hombres en la línea a cuatro. Observad como hay más separación entre ellos, si nos centramos en los tackles hay tres gaps de diferencia. Esto persigue el movimiento y los juegos entre ellos para provocar confusión en la línea de ataque y para sobrecargar puntos concretos de la formación ofensiva. De derecha a izquierda vemos la alineación estrella en situaciones de pass-rush: Montez Sweat, Daron Payne, Jonathan Allen y Casey Toohill. Sweat, seis sacks en la campaña, es un jugador muy duro tanto contra la carrera como contra el pase. Para la masa enorme de jugador que es, Payne es colíder del equipo junto a Allen con 6.5 sacks (ya la mejor marca de su carrera). Toohill se va rotando con James Smith-Williams y el veterano Efe Obada, pero Washington espera contar pronto para la causa con el novato del año en 2020 y ex número 2 del draft, Chase Young. Si está recuperado plenamente de su lesión de rodilla, el pánico que pueden crear estos hombres en sus próximos oponentes va a ser difícil de medir.
Analizado
el frente de presión, pasemos a la zona profunda. En cuanto a coberturas, los Commanders priorizan las defensas zonales con dos safeties profundos, ya sea Cover-2, su variante la Tampa-2 o bien la Cover-4 (Quarters). Por eso Washington no se ha resentido de la salida de su mejor cornerback al hombre, William Jackson, traspasado a Pittsburgh Steelers hace algunas semanas. Durante el primer mes y medio de liga abundaron los problemas de comunicación, pero desde entonces los chicos de Ron Rivera han aprovechado cada sesión de entrenamiento semanal para mejorar hasta el punto de convertirse en una unidad muy sólida que concede pocas alegrías contra el pase. El cornerback Kendall Fuller está brillando con luz propia. Hace un par de semanas, en la sorprendente victoria ante los hasta entonces imbatidos Philadelphia Eagles, se emparejó en muchas ocasiones con A.J. Brown y sólo encajó una recepción para siete yardas. Fijaros en esta acción cómo Fuller lee los ojos del quarterback y reacciona a un lanzamiento dirigido hacia el wide receiver DeVonta Smith. Fuller tenía la responsabilidad de la zona flat en esa defensa Cover-2 y la amenaza del runningback que salía del backfield para ponerle en una situación de conflicto. Sin embargo, alerta de que los Eagles necesitaban un pase por delante de las cadenas para ganar el primer down, priorizó el lanzamiento más profundo de las dos rutas cercanas a su zona de influencia y logró evitar la recepción. Nada sofisticado ni intrincado, pero gran jugada.
En esa secundaria hay que resaltar a los dos jóvenes safeties, Kamren Curl y Darrick Forrest, ambos de 23 años de edad. El primero es un gran pegador que ayuda mucho en la caja, pero que también es capaz de cubrir hombre a hombre a los tight ends rivales cuando la situación lo requiere. Forrest suele tener más designaciones de cobertura zonal profunda, su enorme velocidad (4.41s en las 40 yardas) le otorga mucho rango, algo que ha demostrado en las dos pasadas jornadas en las que ha logrado sendas intercepciones. Fijaros la posición tan lejana que tenía del objetivo en la intercepción que realizó ante Houston el domingo. No solo partía pre snap desde el hashmark contrario a Brandin Cooks, el receptor al que la pelota tenía como destino, sino que incluso cuando el quarterback arma el brazo (segunda imagen) se encuentra a unas 40 yardas de donde acabaría el lanzamiento de Davis Mills.
Ron Rivera lo ha vuelto a hacer. En 2013 sus Panthers marchaban 1-3 antes de embarcarse en una racha ganadora de once partidos de doce. Un año más tarde Carolina estaba 3-8-1 y casi todos los analistas daban al equipo por desahuciado. Sin embargo, ganó los últimos cuatro encuentros de temporada regular, se coló en playoffs, ganó en Wild Cards y le puso las cosas complicadas a los campeones por entonces, Seattle Seahawks, en la ronda divisional. En los Commanders lleva solo tres temporadas, pero en dos de ellas ya ha conseguido que sus chicos no pierdan el rumbo y confíen en el plan trazado. En una franquicia con tantos problemas extradeportivos como la de Washington esto tiene doble mérito. Rivera y sus jugadores le están dando una razón a sus aficionados para no darle la espalda al equipo. Sus fans merecen llevarse una alegría y su head coach, uno de los más queridos y respetados de la competición, también.