Martínez toma las riendas de Portugal con dos figuras en las que inspirarse

 Martínez toma las riendas de Portugal con dos figuras en las que inspirarse
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FIFA –

El español será el tercer extranjero que dirija a la selección portuguesa, tras Otto Glória y Luiz Felipe Scolari, pero tiene como referencia positiva los ejemplos históricos de ambos técnicos.

“El nuevo seleccionador nacional tenía que ser ambicioso, conocedor del fútbol internacional, acostumbrado a entrenar a jugadores del más alto nivel, con experiencia en las mejores ligas e, idealmente, también en selecciones nacionales”, dijo el presidente de la Federación Portuguesa de Fútbol (FPF), Fernando Gomes, al presentar a Roberto Martínez como nuevo preparador del combinado luso.

“En ningún momento se dio importancia al lugar de nacimiento a la hora de elaborar ese perfil”, añadió.

No es la primera vez que la selección portuguesa está a las órdenes de un entrenador extranjero, puesto que ya había ocurrido en dos ocasiones. Pero sí la primera que el seleccionador no tiene el portugués como lengua materna, al ser sus antecesores los brasileños Otto Glória y Luiz Felipe Scolari.

En su introducción, el estratega español, de 49 años, no eludió la cuestión. “Voy a intentar aprender portugués lo antes posible. Estoy encantado de poder representar a una de las selecciones con mayor talento del mundo”, declaró.

A su favor pesa no solo el éxito que cosechó con Bélgica durante los últimos seis años —podio en la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018 y primer puesto de la Clasificación Mundial FIFA/Coca-Cola al final de cuatro temporadas—, sino también el hecho de que Portugal protagonizase sus mejores campañas mundialistas precisamente bajo la batuta de dos extranjeros.

FIFA+ aprovecha para repasar las etapas victoriosas de Otto Glória y Felipão al frente de la selección portuguesa.

Un técnico bestial

A Otto Glória se le atribuye la siguiente frase acerca de los entrenadores de fútbol durante su estancia en Portugal: “Cuando ganan son bestiales, cuando pierden son bestias”.

Cuando murió, en 1986, a los 69 años, su condición de “bestial” era indiscutible, puesto que tuvo el privilegio de haber dirigido a los tres grandes clubes portugueses: Benfica, Oporto y Sporting. Ganó más títulos con el primero, pero edificó su prestigio por el conjunto de su trabajo, que le valió ser invitado a hacerse cargo de la selección en 1964.

Su objetivo era nada más y nada menos que conducir al país a su primera fase final de la Copa Mundial de la FIFA. Dos años más tarde, Portugal se despediría de Inglaterra 1966 con el bronce. En aquel plantel había algunos viejos conocidos suyos de clubes, como el legendario Mário Coluna. La relación con Eusébio, sin embargo, se construyó desde cero. Y funcionó: Portugal eliminó a Brasil, bicampeona del mundo, en la primera fase, y también venció con autoridad a Hungría y Bulgaria.

Tras el Mundial, Otto fichó por el Atlético de Madrid, donde estuvo dos años antes de regresar al Benfica para seguir engrosando su palmarés. Después, este auténtico trotamundos se embarcó en viajes constantes y en 1980 conquistó la Copa Africana de Naciones con Nigeria.

Orgullo portugués

En una entrevista concedida a FIFA+ unos meses antes de Catar 2022, Luiz Felipe Scolari reflexionó sobre los progresos realizados en este siglo por el fútbol portugués, que ya tiene varios jugadores y entrenadores repartidos por las principales ligas del mundo. Dirigió a la selección portuguesa de 2003 a 2008.

“Se podía ver el estado de ánimo en el país, lo preocupada que estaba la gente por todo lo que necesitaba la selección, desde equipos hasta escuelas de fútbol. Todo esto lo veo con buenos ojos, por supuesto. En ese momento también formé parte de un grupo que empezó a sentar las bases de todo lo que vemos hoy en la práctica: fueron muchas solicitudes, muchos estudios, y generaron mucho conocimiento”, contó.

Trabajar en Europa era uno de los objetivos de Scolari tras ganar el Mundial en 2002. No obstante, el aval de ese título no hizo que en Lisboa todo fuese un camino de rosas.

A un año y medio de la Eurocopa 2004, que Portugal disputaría ante su público, el brasileño aprovechó varios amistosos para experimentar probando nuevos jugadores y esquemas, que condujeron a la consolidación de un Cristiano Ronaldo que aún no había cumplido los veinte años. Los resultados no siempre fueron los mejores —aunque se venciese al propio Brasil—, pero el proceso acabó siendo fructífero.

La larga campaña continental no tuvo el final perfecto, al saldarse con una derrota ante Grecia en la final, pero logró hacer vibrar a toda la afición, lo que permitió afrontar la cita mundialista de Alemania 2006 con un renovado optimismo.

El seleccionador, ya entonces identificado claramente ante la afición con el equipo nacional, aprovechó la exposición para pedir al público que enviara mensajes a sus jugadores. Los vídeos resultantes se convirtieron en un anuncio de televisión.

“Pase lo que pase, Felipão ya ha entrado en nuestra historia por recuperar el orgullo del portugués hacia su patria”, declaró Gilberto Madail, entonces presidente de la FPF, antes de aquel Mundial, en el que el equipo llegó a semifinales, perdió contra Francia y acabó cuarto.

Con Bélgica, Martínez emuló también a Glória y Scolari al ser semifinalista, y ahora puede intentar llegar más lejos al frente de los portugueses. “Roberto, usted y su familia descubrirán un país que sabe acoger a quien llega aquí y que siempre recompensará con creces el trabajo y el empeño que ponga cada día”, concluyó el presidente de la FPF, Fernando Gomes, al final de la presentación del técnico.

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Dahiana Camilo

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