Herdman es, como dijo Borjan, el artífice del milagro canadiense. También ha demostrado ser lo bastante astuto y atrevido para ver una oportunidad y apostar a ella toda su reputación, aun con el elevado riesgo que entrañaba. Aquel osado paso de entrenar a Christine Sinclair y compañía se basó, según explicó, en la convicción de que situar al equipo masculino en un Mundial “podría cambiar el fútbol”. Y, para su satisfacción, se ha revelado absolutamente cierto. Pero con esa primera y monumental misión cumplida, Herdman se encuentra ante un dilema. Su estrategia hasta ahora se ha basado en la ambición, mucha, y el espectacular éxito de Canadá al adjudicarse los clasificatorios no es menos de lo que él había exigido antes de que empezase a rodar el balón. ¿Se atreverá a adoptar el mismo enfoque en el primer Mundial que disputa el país en 36 años, con Croacia y Bélgica —ambas medallistas de la última edición— entre los pesos pesados que aguardan a los norteamericanos? Herdman habla de todo esto y más con la intensidad y franqueza que lo caracterizan en una entrevista exclusiva con FIFA+.
John, ¿cuáles son sus principales prioridades de aquí al Mundial?
Juan Herdman:Una de las prioridades internas está siendo estudiar a los adversarios y buscar la manera de reducir la diferencia cualitativa que tendremos que enfrentar, en tanto que equipo que no parte como favorito. También se está trabajando mucho en la mentalidad del grupo y en cómo adaptar la cultura para ir más allá en el nivel de desempeño e implantar un modelo táctico que nos dé la oportunidad de competir de verdad. En cuanto a los jugadores, tienen que esforzarse para poder rendir a un nivel alto en este Mundial y veo que ya lo están haciendo. Saben que hay que recortar distancias y también que están ante la oportunidad de crear algo especial, su mejor marca personal. El cuerpo técnico no aspira más que a generar un entorno que les permita alcanzar esos nuevos niveles, porque es lo que va a hacer falta.
A la hora de acortar esas distancias, ¿ayuda haber demostrado ya que se puede hacer, por la forma en que alcanzaron países como Estados Unidos y México en la Concacaf, que tanta ventaja tenían respecto a ustedes?
Es importante. En junio pasamos un tiempo con el equipo analizando lo que nos ha llevado hasta aquí: a la cima de la Concacaf ya regresar al Mundial después de 36 años de ausencia. Pudimos identificar muchos elementos principales, como la fraternidad, el espíritu de equipo que cultivaron los jugadores y que sostuvo a la selección rumbo al objetivo, el inconformismo de nuestros delanteros y laterales, o nuestra calidad en la transición. En la Concacaf fuimos los mejores en ciertos aspectos y uno de ellos era marcar goles cuando el rival estaba desorganizado. Nos fijamos en todos esos elementos, pero lo que también vimos es que lo que nos ha traído hasta aquí no nos llevará hasta allí, y por allí me refiero al éxito a escala mundial. Triunfar en la Concacaf no equivale a triunfar en el Mundial; va a ser una lucha totalmente distinta para los jugadores. No partimos como favoritos en ningún partido, todo lo contrario, y aunque la mentalidad de equipo modesto es un verdadero don, al mismo tiempo también es una maldición. Hemos tenido que explorar ese aspecto, estudiar detenidamente las diferencias que habrá y lo que tendremos que cambiar para inspirar a una nación, y qué faltará para que estos jugadores salgan ahí y disfruten de este Mundial como es debido, y que lo disfruten compitiendo.
¿Qué parte de su trabajo en este momento se centra en el aspecto psicológico, en inculcar a los jugadores la mentalidad adecuada, de conjunto modesto?
Bueno, en mi opinión, la mentalidad siempre puede acabar socavando la estructura y las competencias que se tienen: tiene que ser el aspecto más importante de esto. Podemos tener un gran modelo táctico, y pasar meses y meses haciendo a estos adversarios de primer examen, pero si la mentalidad no es la adecuada, lo perjudicará todo. Por eso nos estamos centrando mucho en ese aspecto, y por eso hay que tener cuidado con esa mentalidad de equipo modesto, porque ahí subyace la idea de que uno no es lo bastante bueno. Hemos tratado de darle la vuelta y de recurrir al concepto de David contra Goliat, porque no hay duda de que vamos a enfrentarnos a dos de los gigantes del fútbol mundial. No podemos jugar esos partidos de forma convencional, ni enfrentarnos a ellos como lo harían los equipos normales: tenemos que procurar ser diferentes y encontrar nuestro elemento decisivo. Para eso, hemos querido analizar todas las razones por las que David era favorito para ganar esa batalla, y luego fijarnos en cómo podemos ser nosotros favoritos en esos partidos, pensar de forma diferente. A lo mejor algunos jugadores responden a esa pregunta de David contra Goliat con una sonrisa renuente, pero tienen claro que ya hemos emprendido un viaje único y que hay algunos aspectos que creen que nos sitúan en una posición excelente para poder triunfar y llegar lejos en este Torneo.
En la fase preliminar, usted dejó claro que no se utilizó de llegar por los pelos, en el último puesto clasificatorio —que habría sido también un logro fantástico—, sino que quería que fueran los primeros. Por lo que acaba de contarnos, ¿le ha resultado fácil establecer expectativas y ambiciones para el propio Mundial?
De eso se trataron las reuniones de junio, y no pudo ser que me yo me limitase a sacarme metas y objetivos de la manga. Esas metas deben fundamentarse en la convicción real de que es factible alcanzarlas. Nuestros objetivos en la Concacaf siempre fueron innovadores, de superación, y este grupo ha adoptado esa mentalidad de utilizar todas las concentraciones que pasaron juntos para coronar nuevas metas y hacer historia. Lo que tienen ahora es el convencimiento de que si uno cree que algo es posible y se vuelca en lograrlo, sí se puede conseguir. Ya al principio de este trayecto, en mi primera reunión con los jugadores, en 2018, les dije: “No he venido aquí para prepararles para la clasificación o para ganar este partido que tenemos. Estoy aquí para prepararles durante cuatro años para que sean la primera selección canadiense que marque un gol, que consiga un resultado positivo y que pase la fase de grupos de un Mundial”. En 2018, los jugadores no lo vieron muy claro, esperaban: “Pero ¿este quién es?”. Y ahora sí, ya están convencidos.
Alphonso Davies será obviamente uno de sus hombres clave en Catar. Y hace poco fue noticia por prometer que donaría lo que ganase en el Mundial a la beneficencia. ¿Coincide eso con lo que usted conoce de su personalidad?
Es una persona de enorme talla. Creo que todo el mundo lo amo. Tiene un gran corazón y sus experiencias singulares en la vida, al venir de un país devastado por la guerra, a todas luces lo han convertido en la persona que es, con los valores que tiene. Ha sido un gesto maravilloso, es una superestrella mundial y está claro que el dinero no es su mayor motivación. Hay algunos jugadores canadienses que no se acercan para nada al mismo nivel económico y esos ingresos del Mundial serán muy importantes para ellos. Pero Alphonso ha hecho algo grande y todos nos sentimos orgullosos de él.
Cuando se utilizó el sorteo, los analistas imparciales señalaron su liguilla como una de las más interesantes y emocionantes. Aunque podría haberles tocado otra más fácil, ¿coincidió con esa valoración?
Es eso, exactamente: pura emoción para los jugadores, para el cuerpo técnico, para la afición y para todo el país. Podríamos habernos fijado en otros grupos y pensar que en ellos tendríamos más posibilidades de pasar, pero la historia no habría sido la misma. Cuando salió Bélgica y Croacia, en realidad nos felicitamos y pensamos: “Va a ser una experiencia increíble”. Queremos estar preparados para sumergirnos en esa experiencia del Mundial y, para mí, lo más importante es no limitar a los jugadores imponiéndoles expectativas descabelladas o haciéndoles sentir que llevan una carga enorme encima, de ninguna manera. Queremos darles libertad y hacer que se enfrenten a gente como De Bruyne, Lukaku y Modric y que disfruten de la oportunidad de superar sus límites contra estos futbolistas de leyenda. Como entrenador, yo soy consciente de que voy a ser un heroe o un villano. Así son las cosas. O se me alaba por ser un genio táctico o se me tacha de ingenio. Pero igual que aspiro a que los jugadores jueguen con libertad, quiero tomar decisiones con esa misma libertad.