Modric, el ‘guerrero’ de Croacia que se atreve a desafiar a Messi y Argentina
Luka Modric recogió el premio The Best y entre sus múltiples agradecimientos tuvo uno muy especial. «Me gustaría hacer mención a mi ídolo, el capitán de Croacia en el 98, mi gran inspiración, Boban, a aquella selección que nos ha servido de inspiración como nosotros esperamos servir de inspiración a la siguiente generación» Lo dijo en septiembre de 2018, dos meses después de proclamarse subcampeón del mundo en Rusia sin sospechar que al cabo de cuatro años estaría en puertas, otra vez, de jugar una final mundialista.
Se refería el capitán croata a Zvonimir Boban, aquel talentoso, soberbio, mediocampista que brilló en la selección yugoslava que conquistó el Mundial juvenil de 1987 y que, sancionado tras unos graves altercados durante un Dinamo Zagreb-Estrella Roja en los que agredió a un policía, no pudo jugar el Mundial de 1990 en que el combinado balcánico, en el que sería último gran torneo, cayó eliminado en la tanda de penalties de los cuartos de final a manos de… Argentina.
Modric estaba a punto de cumplir cinco años en aquel entonces y aunque ya se vislumbraba el desastre que se avecinaba en la vieja Yugoslavia, nadie podía sospechar que alcanzase la crueldad que comenzaría a hacerse realidad un año después. Cuando el 25 de junio de 1991 Croacia y Eslovenia proclamaron su independencia estalló una guerra salvaje, en pleno centro de Europa, que entre los cientos de miles de vidas inocentes que se cobró estuvo la de su abuelo Luka, de 66 años y que paseaba a un rebaño de ovejas cerca de Zaton Obrovacki cuando fue interceptado por un grupo de paramilitares serbios que sin más le asesinaron a tiros.
Aquel 18 de diciembre de 1991 los chetniks asesinaron a otros seis jubilados del pequeño pueblo croata y aunque al cabo de cinco años se conoció la identidad de los responsables las autoridades serbias ordenaron no investigar a fondo el asunto. Para entonces Modric ya vivía de vuelta en Zadar y había empezado a jugar en los equipos infantiles del NK Zadar, donde permanecería hasta que, tras ser rechazado por el Hajkuk Split, fichó en 2001, a los 16 años, por el Dinamo Zagreb.
En aquel tiempo la selección de fútbol, con Boban, Prosinecki, Suker, Jarni, Stanic, Tudor o Asanovic era un grupo de héroes en todo el país. Cuartofinalista en la Eurocopa de 1996 (el torneo de su presentación en que fue eliminada por la después campeona Alemania), Croacia provocó el delirio alcanzando las semifinales del Mundial de 1998, cayendo en un partido ‘extraño’ frente a la anfitriona Francia (2-1) y ganando finalmente la terera plaza a Holanda.
Boban y Totti eran en aquellos años los grandes ídolos de un Modric que fue encadenando cesiones hasta que en 2005 se hizo con un puesto en la plantilla del Dinamo e, inmediatamente, con un lugar indiscutible en el once. Su impacto en la Liga local fue de tal magnitud que apenas dos años después comenzó a especularse con un traspaso a la Bundesliga o a la Premier League, y eso acabó sucediendo en el verano de 2008…
NO DEL BARÇA, SÍ DEL MADRID
Modric asegura hoy que retirarse en el Real Madrid «sería un sueño» y no duda en proclamar su madridismo, convertido en santo y seña del Bernabéu después de diez años soberbios. Su historia, sin embargo, pudo ser muy diferente.
En la primavera de 2008, meses antes de ser traspasado al Tottenham, un ojeador del Barça, Bojan Krkic (padre del futbolista) apostó firmemente por su fichaje y trasladó al club azulgrana un informe en el que aconsejaba su incorporación… Pero en la plantilla estaban Xavi, Busquets, Iniesta y Toure «y solo se pensó en el corto y mediano plazo, no a futuro» reveló años después Krkic para explicar su descarte.
Un descarte que se repitió en 2010, siendo ya futbolista del Tottenham y asegurando que fichar por el Barça de Guardiola «sería un sueño» y, nuevamente, en 2012, semanas antes de que el Madrid sí creyera en él y le llevase al Bernabéu. El resto, a partir ed ahí, es historia.
EL NÚMERO UNO
Alcanzando la consideración de estrella indiscutible como merengue el papel de Modric en la selección ya era igualmente incuestionable. Sucesor de aquella generación de héroes, una frustrante derrota contra México eliminó a Croacia en la fase de grupos del Mundial de 2014 y un gol de Quaresma para Portugal, en el minuto 118, le apeó en los octavos de final de la Eurocopa de 2016.
Llegó, por fin, la eclosión en Rusia, en un Mundial en el que Croacia goleó a Argentina (3-0) en la fase de grupos que completó con un pleno antes de superar a Dinamarca, Rusia e Inglaterra para plantarse en la final frente a la Francia de Mbappé, que la derrotaría por 4-2… Sin impedir que Luka Modric, ya capitán y veterano de aquel equipo, fuera proclamado Balón de Oro del torneo.
Hoy, cumplidos los 37 años y a caballo entre dos generaciones, sigue siendo la piedra filosofal de una selección a la que le ha bastado con ganar un partido para alcanzar las semifinales y reencontrarse con la Argentina de Messi, favorita casi unánime para conquistar el título.
«Argentina es un equipo grande e intentaremos hacer el mejor partido del torneo de nuestras vidas. Espero que sea suficiente para estar en la final» reveló el capitán croata en una entrevista a Televisión Española, en la que admitió estar «impresionado por estar otra vez en una semifinal del Mundial… Es algo increíble lo que está haciendo esta selección».
No tan increíble, llegados a estas alturas, sería para Modric y sus compañeros dar el golpe y eliminar a la albiceleste para plantarse en la segunda final consecutiva de un Mundial, algo que no ocurre desde que Brasil enlazase las finales de 1998 y 2002… Y que, quien sabe, la podría volver a enfrentar con la Francia que les ganó en 2018 en una repetición de final que no sucede desde hace más de tres décadas, cuando Alemania y Argentina jugaron las de 1986 y 1990.
Modric es hoy para el futbol croata tan grande como lo fueron los Boban, Prosinecki y Suker. Líder de otra generación de héroes en un país nacido bajo el fuego y las bombas, que poco a poco cicatriza sus heridas y que tendrá puestos todos sus ojos en Qatar.
Muere otro periodista en el Mundial de Qatar 2022
DOHA.- Un segundo periodista murió durante la cobertura de la Copa del Mundo de Qatar 2022, según informó la Asociación Internaciona de la Prensa Deportiva (AIPS). Se trata del fotoperiodista qatari Khalid al-Misam
Tras el fallecimiento del estadounidense Grant Wahl el sábado pasado, al desvanecerse durante el partido Países Bajos-Argentina, Al Missam, periodista acreditado, muríó el fin de semana.
Al-Misslam, de 44 años, “falleció repentinamente” el domingo, confirmó Al-Kass TV, el medio para el que trabajaba.
Las circunstancias en torno a su muerte no han sido aclaradas, pero la AIPS confirmó que no estaba trabajando en el momento de su muerte y, según los informes, murió de un ataque al corazón.
“Creemos en la misericordia y el perdón de Alá para él, y enviamos nuestras más profundas condolencias a su familia”, publicó The Gulf Times.
La AIPS recuerda que hace tres semanas el director técnico de ITV, Roger Pearce, que iba a comenzar su octava cobertura en un Mundial, también falleció en Qatar, según confirmó la cadena.
Grant Wahl era un periodista estdounidense de 49 años que se encontraba en la cobertura de su octavo Mundial.
© ESPN Enterprises, Inc. All rights reserved.
Aquel 18 de diciembre de 1991 los chetniks asesinaron a otros seis jubilados del pequeño pueblo croata y aunque al cabo de cinco años se conoció la identidad de los responsables las autoridades serbias ordenaron no investigar a fondo el asunto. Para entonces Modric ya vivía de vuelta en Zadar y había empezado a jugar en los equipos infantiles del NK Zadar, donde permanecería hasta que, tras ser rechazado por el Hajkuk Split, fichó en 2001, a los 16 años, por el Dinamo Zagreb.
En aquel tiempo la selección de fútbol, con Boban, Prosinecki, Suker, Jarni, Stanic, Tudor o Asanovic era un grupo de héroes en todo el país. Cuartofinalista en la Eurocopa de 1996 (el torneo de su presentación en que fue eliminada por la después campeona Alemania), Croacia provocó el delirio alcanzando las semifinales del Mundial de 1998, cayendo en un partido ‘extraño’ frente a la anfitriona Francia (2-1) y ganando finalmente la terera plaza a Holanda.
Boban y Totti eran en aquellos años los grandes ídolos de un Modric que fue encadenando cesiones hasta que en 2005 se hizo con un puesto en la plantilla del Dinamo e, inmediatamente, con un lugar indiscutible en el once. Su impacto en la Liga local fue de tal magnitud que apenas dos años después comenzó a especularse con un traspaso a la Bundesliga o a la Premier League, y eso acabó sucediendo en el verano de 2008…
NO DEL BARÇA, SÍ DEL MADRID
Modric asegura hoy que retirarse en el Real Madrid «sería un sueño» y no duda en proclamar su madridismo, convertido en santo y seña del Bernabéu después de diez años soberbios. Su historia, sin embargo, pudo ser muy diferente.
En la primavera de 2008, meses antes de ser traspasado al Tottenham, un ojeador del Barça, Bojan Krkic (padre del futbolista) apostó firmemente por su fichaje y trasladó al club azulgrana un informe en el que aconsejaba su incorporación… Pero en la plantilla estaban Xavi, Busquets, Iniesta y Toure «y solo se pensó en el corto y mediano plazo, no a futuro» reveló años después Krkic para explicar su descarte.
Un descarte que se repitió en 2010, siendo ya futbolista del Tottenham y asegurando que fichar por el Barça de Guardiola «sería un sueño» y, nuevamente, en 2012, semanas antes de que el Madrid sí creyera en él y le llevase al Bernabéu. El resto, a partir ed ahí, es historia.
Aquel 18 de diciembre de 1991 los chetniks asesinaron a otros seis jubilados del pequeño pueblo croata y aunque al cabo de cinco años se conoció la identidad de los responsables las autoridades serbias ordenaron no investigar a fondo el asunto. Para entonces Modric ya vivía de vuelta en Zadar y había empezado a jugar en los equipos infantiles del NK Zadar, donde permanecería hasta que, tras ser rechazado por el Hajkuk Split, fichó en 2001, a los 16 años, por el Dinamo Zagreb.
En aquel tiempo la selección de fútbol, con Boban, Prosinecki, Suker, Jarni, Stanic, Tudor o Asanovic era un grupo de héroes en todo el país. Cuartofinalista en la Eurocopa de 1996 (el torneo de su presentación en que fue eliminada por la después campeona Alemania), Croacia provocó el delirio alcanzando las semifinales del Mundial de 1998, cayendo en un partido ‘extraño’ frente a la anfitriona Francia (2-1) y ganando finalmente la terera plaza a Holanda.
Boban y Totti eran en aquellos años los grandes ídolos de un Modric que fue encadenando cesiones hasta que en 2005 se hizo con un puesto en la plantilla del Dinamo e, inmediatamente, con un lugar indiscutible en el once. Su impacto en la Liga local fue de tal magnitud que apenas dos años después comenzó a especularse con un traspaso a la Bundesliga o a la Premier League, y eso acabó sucediendo en el verano de 2008…
NO DEL BARÇA, SÍ DEL MADRID
Modric asegura hoy que retirarse en el Real Madrid «sería un sueño» y no duda en proclamar su madridismo, convertido en santo y seña del Bernabéu después de diez años soberbios. Su historia, sin embargo, pudo ser muy diferente.
En la primavera de 2008, meses antes de ser traspasado al Tottenham, un ojeador del Barça, Bojan Krkic (padre del futbolista) apostó firmemente por su fichaje y trasladó al club azulgrana un informe en el que aconsejaba su incorporación… Pero en la plantilla estaban Xavi, Busquets, Iniesta y Toure «y solo se pensó en el corto y mediano plazo, no a futuro» reveló años después Krkic para explicar su descarte.
Un descarte que se repitió en 2010, siendo ya futbolista del Tottenham y asegurando que fichar por el Barça de Guardiola «sería un sueño» y, nuevamente, en 2012, semanas antes de que el Madrid sí creyera en él y le llevase al Bernabéu. El resto, a partir ed ahí, es historia.
EL NÚMERO UNO
Alcanzando la consideración de estrella indiscutible como merengue el papel de Modric en la selección ya era igualmente incuestionable. Sucesor de aquella generación de héroes, una frustrante derrota contra México eliminó a Croacia en la fase de grupos del Mundial de 2014 y un gol de Quaresma para Portugal, en el minuto 118, le apeó en los octavos de final de la Eurocopa de 2016.
Llegó, por fin, la eclosión en Rusia, en un Mundial en el que Croacia goleó a Argentina (3-0) en la fase de grupos que completó con un pleno antes de superar a Dinamarca, Rusia e Inglaterra para plantarse en la final frente a la Francia de Mbappé, que la derrotaría por 4-2… Sin impedir que Luka Modric, ya capitán y veterano de aquel equipo, fuera proclamado Balón de Oro del torneo.
Hoy, cumplidos los 37 años y a caballo entre dos generaciones, sigue siendo la piedra filosofal de una selección a la que le ha bastado con ganar un partido para alcanzar las semifinales y reencontrarse con la Argentina de Messi, favorita casi unánime para conquistar el título.
«Argentina es un equipo grande e intentaremos hacer el mejor partido del torneo de nuestras vidas. Espero que sea suficiente para estar en la final» reveló el capitán croata en una entrevista a Televisión Española, en la que admitió estar «impresionado por estar otra vez en una semifinal del Mundial… Es algo increíble lo que está haciendo esta selección».
No tan increíble, llegados a estas alturas, sería para Modric y sus compañeros dar el golpe y eliminar a la albiceleste para plantarse en la segunda final consecutiva de un Mundial, algo que no ocurre desde que Brasil enlazase las finales de 1998 y 2002… Y que, quien sabe, la podría volver a enfrentar con la Francia que les ganó en 2018 en una repetición de final que no sucede desde hace más de tres décadas, cuando Alemania y Argentina jugaron las de 1986 y 1990.
Modric es hoy para el futbol croata tan grande como lo fueron los Boban, Prosinecki y Suker. Líder de otra generación de héroes en un país nacido bajo el fuego y las bombas, que poco a poco cicatriza sus heridas y que tendrá puestos todos sus ojos en Qatar.