Herdman: “Canadá debe encontrar su elemento decisivo en Catar”

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El seleccionador de Canadá, John Herdman, habla con FIFA+ de los aspectos y desafíos psicológicos que se enfrenta el equipo en la Copa Mundial.
  • John Herdman clasificó a Canadá para su primera Copa Mundial de la FIFA™ en 36 años

  • Un enfoque extremadamente ambicioso le permitió ganar la fase preliminar de la Concacaf

  • Explica a FIFA+ cómo afrontará el “don y la maldición” de ser un conjunto modesto en el Mundial

Cuando John Herdman dejó de entrenar a la selección femenina de Canadá para hacerse cargo del combinado masculino, la mayoría de la gente lo pensó un paso atrás en su carrera. El técnico inglés parecía estar cambiando la élite por un equipo de segunda fila: un equipo con el que había ganado dos medallas olímpicas, y que apuntaba al oro, por una selección que languidecía en el puesto 94 de la Clasificación Mundial FIFA/Coca-Cola . Incluso la etiqueta de conjunto de segunda fila tal vez le queda demasiado grande a una selección masculina canadiense que ni siquiera había llegado a pugnar realmente por la clasificación en la fase preliminar de las últimas Copas Mundiales de la FIFA™. Hacía más de veinte años que no llegaba al Hexagonal, la última ronda clasificatoria de la Concacaf, y nadie en Estados Unidos, México ni ningún otro país de la región acudió a la fase previa de Catar 2022 temiendo a su representante más septentrional. ¿Cómo es posible pues que los canucks no solo lograron el pase, sino que lo hicieron como primeros de la Concacaf, ya falta de un partido? El veterano portero Milan Borjan lo explicó de inmediato. “No digo más que dos palabras: John Herdman. Eso es todo”, apuntó.

Herdman es, como dijo Borjan, el artífice del milagro canadiense. También ha demostrado ser lo bastante astuto y atrevido para ver una oportunidad y apostar a ella toda su reputación, aun con el elevado riesgo que entrañaba. Aquel osado paso de entrenar a Christine Sinclair y compañía se basó, según explicó, en la convicción de que situar al equipo masculino en un Mundial “podría cambiar el fútbol”. Y, para su satisfacción, se ha revelado absolutamente cierto. Pero con esa primera y monumental misión cumplida, Herdman se encuentra ante un dilema. Su estrategia hasta ahora se ha basado en la ambición, mucha, y el espectacular éxito de Canadá al adjudicarse los clasificatorios no es menos de lo que él había exigido antes de que empezase a rodar el balón. ¿Se atreverá a adoptar el mismo enfoque en el primer Mundial que disputa el país en 36 años, con Croacia y Bélgica —ambas medallistas de la última edición— entre los pesos pesados ​​que aguardan a los norteamericanos? Herdman habla de todo esto y más con la intensidad y franqueza que lo caracterizan en una entrevista exclusiva con FIFA+.

John, ¿cuáles son sus principales prioridades de aquí al Mundial?

Juan Herdman:Una de las prioridades internas está siendo estudiar a los adversarios y buscar la manera de reducir la diferencia cualitativa que tendremos que enfrentar, en tanto que equipo que no parte como favorito. También se está trabajando mucho en la mentalidad del grupo y en cómo adaptar la cultura para ir más allá en el nivel de desempeño e implantar un modelo táctico que nos dé la oportunidad de competir de verdad. En cuanto a los jugadores, tienen que esforzarse para poder rendir a un nivel alto en este Mundial y veo que ya lo están haciendo. Saben que hay que recortar distancias y también que están ante la oportunidad de crear algo especial, su mejor marca personal. El cuerpo técnico no aspira más que a generar un entorno que les permita alcanzar esos nuevos niveles, porque es lo que va a hacer falta.

A la hora de acortar esas distancias, ¿ayuda haber demostrado ya que se puede hacer, por la forma en que alcanzaron países como Estados Unidos y México en la Concacaf, que tanta ventaja tenían respecto a ustedes?

Es importante. En junio pasamos un tiempo con el equipo analizando lo que nos ha llevado hasta aquí: a la cima de la Concacaf ya regresar al Mundial después de 36 años de ausencia. Pudimos identificar muchos elementos principales, como la fraternidad, el espíritu de equipo que cultivaron los jugadores y que sostuvo a la selección rumbo al objetivo, el inconformismo de nuestros delanteros y laterales, o nuestra calidad en la transición. En la Concacaf fuimos los mejores en ciertos aspectos y uno de ellos era marcar goles cuando el rival estaba desorganizado. Nos fijamos en todos esos elementos, pero lo que también vimos es que lo que nos ha traído hasta aquí no nos llevará hasta allí, y por allí me refiero al éxito a escala mundial. Triunfar en la Concacaf no equivale a triunfar en el Mundial; va a ser una lucha totalmente distinta para los jugadores. No partimos como favoritos en ningún partido, todo lo contrario, y aunque la mentalidad de equipo modesto es un verdadero don, al mismo tiempo también es una maldición. Hemos tenido que explorar ese aspecto, estudiar detenidamente las diferencias que habrá y lo que tendremos que cambiar para inspirar a una nación, y qué faltará para que estos jugadores salgan ahí y disfruten de este Mundial como es debido, y que lo disfruten compitiendo.

¿Qué parte de su trabajo en este momento se centra en el aspecto psicológico, en inculcar a los jugadores la mentalidad adecuada, de conjunto modesto?

Bueno, en mi opinión, la mentalidad siempre puede acabar socavando la estructura y las competencias que se tienen: tiene que ser el aspecto más importante de esto. Podemos tener un gran modelo táctico, y pasar meses y meses haciendo a estos adversarios de primer examen, pero si la mentalidad no es la adecuada, lo perjudicará todo. Por eso nos estamos centrando mucho en ese aspecto, y por eso hay que tener cuidado con esa mentalidad de equipo modesto, porque ahí subyace la idea de que uno no es lo bastante bueno. Hemos tratado de darle la vuelta y de recurrir al concepto de David contra Goliat, porque no hay duda de que vamos a enfrentarnos a dos de los gigantes del fútbol mundial. No podemos jugar esos partidos de forma convencional, ni enfrentarnos a ellos como lo harían los equipos normales: tenemos que procurar ser diferentes y encontrar nuestro elemento decisivo. Para eso, hemos querido analizar todas las razones por las que David era favorito para ganar esa batalla, y luego fijarnos en cómo podemos ser nosotros favoritos en esos partidos, pensar de forma diferente. A lo mejor algunos jugadores responden a esa pregunta de David contra Goliat con una sonrisa renuente, pero tienen claro que ya hemos emprendido un viaje único y que hay algunos aspectos que creen que nos sitúan en una posición excelente para poder triunfar y llegar lejos en este Torneo.

En la fase preliminar, usted dejó claro que no se utilizó de llegar por los pelos, en el último puesto clasificatorio —que habría sido también un logro fantástico—, sino que quería que fueran los primeros. Por lo que acaba de contarnos, ¿le ha resultado fácil establecer expectativas y ambiciones para el propio Mundial?

De eso se trataron las reuniones de junio, y no pudo ser que me yo me limitase a sacarme metas y objetivos de la manga. Esas metas deben fundamentarse en la convicción real de que es factible alcanzarlas. Nuestros objetivos en la Concacaf siempre fueron innovadores, de superación, y este grupo ha adoptado esa mentalidad de utilizar todas las concentraciones que pasaron juntos para coronar nuevas metas y hacer historia. Lo que tienen ahora es el convencimiento de que si uno cree que algo es posible y se vuelca en lograrlo, sí se puede conseguir. Ya al ​​principio de este trayecto, en mi primera reunión con los jugadores, en 2018, les dije: “No he venido aquí para prepararles para la clasificación o para ganar este partido que tenemos. Estoy aquí para prepararles durante cuatro años para que sean la primera selección canadiense que marque un gol, que consiga un resultado positivo y que pase la fase de grupos de un Mundial”. En 2018, los jugadores no lo vieron muy claro, esperaban: “Pero ¿este quién es?”. Y ahora sí, ya están convencidos.

Alphonso Davies será obviamente uno de sus hombres clave en Catar. Y hace poco fue noticia por prometer que donaría lo que ganase en el Mundial a la beneficencia. ¿Coincide eso con lo que usted conoce de su personalidad?

Es una persona de enorme talla. Creo que todo el mundo lo amo. Tiene un gran corazón y sus experiencias singulares en la vida, al venir de un país devastado por la guerra, a todas luces lo han convertido en la persona que es, con los valores que tiene. Ha sido un gesto maravilloso, es una superestrella mundial y está claro que el dinero no es su mayor motivación. Hay algunos jugadores canadienses que no se acercan para nada al mismo nivel económico y esos ingresos del Mundial serán muy importantes para ellos. Pero Alphonso ha hecho algo grande y todos nos sentimos orgullosos de él.

Cuando se utilizó el sorteo, los analistas imparciales señalaron su liguilla como una de las más interesantes y emocionantes. Aunque podría haberles tocado otra más fácil, ¿coincidió con esa valoración?

Es eso, exactamente: pura emoción para los jugadores, para el cuerpo técnico, para la afición y para todo el país. Podríamos habernos fijado en otros grupos y pensar que en ellos tendríamos más posibilidades de pasar, pero la historia no habría sido la misma. Cuando salió Bélgica y Croacia, en realidad nos felicitamos y pensamos: “Va a ser una experiencia increíble”. Queremos estar preparados para sumergirnos en esa experiencia del Mundial y, para mí, lo más importante es no limitar a los jugadores imponiéndoles expectativas descabelladas o haciéndoles sentir que llevan una carga enorme encima, de ninguna manera. Queremos darles libertad y hacer que se enfrenten a gente como De Bruyne, Lukaku y Modric y que disfruten de la oportunidad de superar sus límites contra estos futbolistas de leyenda. Como entrenador, yo soy consciente de que voy a ser un heroe o un villano. Así son las cosas. O se me alaba por ser un genio táctico o se me tacha de ingenio. Pero igual que aspiro a que los jugadores jueguen con libertad, quiero tomar decisiones con esa misma libertad.

E igual que los jugadores se pondrán a prueba contra Modric, De Bruyne y demás, usted hará lo propio contra Roberto Martínez y Zlatko Dalic. ¿Le entusiasma esa perspectiva?

Yo voy a aprender muchísimo de estas experiencias. Ya estoy disfrutando mucho siguiendo a esos entrenadores que menciona, estoy analizando su progresión desde 2018 hasta ahora, viendo cómo Martínez, por ejemplo, ha hecho ajustes y adaptado el equipo en paralelo a la edad que empiezan a tener algunos de sus hombres. Ya tengo la impresión de que estoy mejorando aprendiendo de eso, escuchando sus entrevistas y tratando de entenderlos como personas. Yo aún estoy progresando, desarrollándome y evolucionando, y sé que, pase lo que pase, cuando termine el Mundial habrá una mejor versión de mí. Y mientras tanto, es muy divertido. Ahora mismo, me pagan por mirar y diseccionar a De Bruyne, ¡Menudo regalo! (Risas).

Durante los clasificatorios, usted dijo lo que significó jugar contra México en el Azteca por estar “enamorado del fútbol” viendo a Maradona jugar allí en 1986. ¿Tiene algún otro recuerdo destacado del Mundial de todos estos años?

Es un momento muy especial en la vida de la gente. Toda la emoción y la anticipación antes del torneo, con las listas de partidos del Mundial en los periódicos, los cromos de Panini, y cuando llega el torneo, con la canción oficial y la producción televisiva, ya casi da igual quién juega el primer partido . Para mí, el Mundial lo era todo. Era verano en el Reino Unido, así que uno estaba en el campo imaginando ser [Michel] Platini, Glenn Hoddle o Gary Lineker con la muñequera puesta, esos días eran los mejores de nuestra vida. Recuerdo que me quedó levantado hasta tarde con mi padre para ver jugar a Inglaterra, son recuerdos especiales. Aun ahora, soy consciente de que al meterme tanto en el trabajo, y en los detalles de prepararlo todo para los partidos, no quiero perder esa sensacion que tenia de nino. Y no dejo de querer infundirles eso a mis jugadores, les pido que aporten ese espíritu infantil a este ambiente del Mundial. Creo que nos sera de provecho.


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Damilka Monegro

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