Béisbol cambiará la vida de la familia del joven Roderick
En una de esas etapas de la vida, Henry Arias laboraba en una banca de lotería y justo al abrir el establecimiento junto a él estaba de la mano su entonces pequeño vástago Roderick, quien permanecía extensas horas entre observarlo trabajar y jugar alrededor del negocio.
Era época de ciertas carencias para los Arias-Germán, quienes para entonces ni se imaginaban que Dios les tendría guardado un gran premio, al que solo debían esforzarse a desarrollar a su hijo, quien era dueño de una especie de talento innato para el béisbol.
Por unos cuatro años, Henry se dedicaba a vender números y su hijo, quien aún no estaba en el colegio cuando no lo estaba observando, se entretenía alrededor del mismo aparando o bateando con una pelota.
Su padre sabía del sacrificio y esfuerzo que debían realizar para echar hacia adelante a su hijo, primero en la Liga Estrellas de los Frailes en que jugaba en la barriada y luego cuando contando con 11 años lo llevaron hacia esta localidad en San Pedro de Macorís para explorar en la Paulino Baseball Academy.
Para Henry, primero y el propio Roderick no importó la distancia de unos 100 kilómetros que separan a los Frailes de la llamada Sultana del Este, pues ambos se sintieron encantados con el sistema de trabajo que imperaba en la Academia.
“Dios ha sido nuestro guía, y claro ha habido muchos momentos de sacrificios de por medio, desde que Roderick estaba pequeño fue muy inquieto y le interesó jugar al béisbol y de nuestra parte nos enfocamos en brindarle todo el soporte posible”, expresó Arias quien abrió las puertas de su hogar para el Listín Diario.
De entrada admite que hubo dificultades, su esposa Nairobi Germán, profesora de educación física tenía que asistir a un colegio a laborar y entonces el cuidado del menor Roderick por un buen tiempo quedó en manos del padre, quien entonces tenía que llevárselo a la banca de lotería propiedad de unos primos.
“ Permanecía mucho tiempo en la banca, en ocasiones salía afuera y ahí comenzaba a jugar y batear con un pequeño bate, ahí comencé a darme cuenta del aprecio que tenía por el béisbol y como es un deporte que me encanta no pasó mucho tiempo en brindarle sus primeros pasos”, señala Henry, un recién graduado maestro de ciencias matemáticas y físicas.
Ya con seis años, el niño fue inscrito en la Liga Estrellas de los Frailes, que dirige Andrés Galvá y en la cual permaneció hasta que un instructor de pitcheo de apellido Valenzuela lo recomendó enviarlo a la Paulino Baseball Academy, ya contando con 12 años, lugar del que resultaron fascinados.
Se quedaron en el complejo a pesar de que el traslado desde los Frailes hasta San Pedro de Macorís resultaba un gran reto en todos los sentidos para los tutores, que se desprendían de su hijo mayor. El matrimonio cuenta con otro vástago, de nombre Masuell, de 10 años, quien también se perfila como un futuro firmante para el béisbol.
“No todo fue color de rosa, en ocasiones teníamos dificultades para llevarle la compra con alimentos a San Pedro”, narra Nairobi, quien no titubea en decir que tenían que tomar dinero prestado para poder cumplir.
Agrega que cuando venían a San Pedro a observar jugar a su muchacho tenían que traer algo en las manos. “Fueron muchas las veces en que las cosas se tornaban difíciles”, señala Germán.
Su hijo Roderick, ya externó que su primer gran adquisición será una vivienda a sus padres. En la actualidad residen en un hogar en esta localidad, aunque en un residencial en construcción, pero cuyas calles están en muy mal estado.
Llegó un momento, en 2019 en que los padres tuvieron que trasladarse desde los Frailes hasta San Pedro y eso también fue parte de un arduo sacrificio, incluso Henry tuvo que dejar un trabajo en Isotec Dominicana para mudarse hacia el Este, cosa igual hizo su esposa.